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Speech by Miguel Angel Moratinos, Minister for Foreign Affairs of Spain

Señor Presidente

Quiero agradecer a las Autoridades polacas el gran esfuerzo desarrollado en la preparación de esta reunión y felicitarles por su magnífica organización. Esta Cumbre, que España apoyó desde sus orígenes, es una excelente oportunidad para reafirmar la importancia del Consejo de Europa en la consolidación de la actual Europa, por fin, libre, democrática y sin divisiones.

Para los españoles de mi generación Europa era y es sinónimo de libertad y progreso.
Los ciudadanos españoles recuerdan con gratitud y profundo reconocimiento la apuesta decidida por la Transición Democrática en nuestro país, que supuso que el Consejo de Europa nos admitiese en 1977, a pesar de no tener aún una Constitución democrática refrendada.

Nuestro ingreso significó un gigantesco paso adelante y la confirmación del irreversible camino hacia la democracia, emprendido ya por la sociedad española.

Algo similar ocurrió con los países de Europa Central y Oriental tras la caída del Muro de Berlín. Ahora, en una Europa cada día más integrada, es justo resaltar el extraordinario papel jugado por el Consejo de Europa para extender y consolidar en todo nuestro Continente los valores esenciales de la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos.

Si aquellos audaces fundadores de la Europa política en 1949, sobre las ruinas de un Continente devastado por la destrucción física y moral, pudieran hoy vemos aquí reunidos en el Castillo de Varsovia, en una Polonia libre, dueña de su destino, sin duda se sentirían profundamente satisfechos de lo que hemos alcanzado. Para ellos pues, nuestro emocionado recuerdo y profundo reconocim iento.

España siempre ha tenido una marcada vocación europea. Los sucesivos gobiernos españoles y la sociedad en su conjunto otorgan un papel fundamental a la integración política europea. Desde el primer momento hemos apoyado la ampliación de la UE y defendemos decididamente la cohesión y la convergencia entre sus miembros.

Esa actitud de la sociedad española se ha visto claramente reflejada en el reciente referéndum sobre el Tratado Constitucional europeo en el que el pueblo español ha apoyado mayoritariamente este nuevo avance de la construcción
europea.

Con este nuevo Tratado y con su entrada en vigor se culminará, en cierta manera, la arquitectura de valores europeos que se puso en pie hace ya más de 50 años. Si hay algo que hoy une a los europeos es sobretodo la comunidad de valores, el arraigo de la democracia, la protección de los derechos humanos, la libertad como estandarte, la igualdad entre hombres y mujeres y la búsqueda permanente de una gran cohesión económica y social.

Creo sinceramente que además del esfuerzo de contención que se forjó en torno a la Alianza Atlántica, nada ha tenido influencia más decisiva en la transformación política del Continente europeo que el éxito de sus instituciones. Los totalitarismos del siglo XX fueron vencidos primero por las armas, después por la enorme fuerza de los ideales democráticos y de integración.

No podríamos imaginar un Continente en pie de paz como es el nuestro ahora mismo sin ese enorme capital de estabilidad y progreso que son los principios y valores que han arraigado profundamente entre los europeos: democracia, justicia, libertad, igualdad y derechos humanos.

Robert Schuman decía en 1951, en una intervención ante el Consejo de Europa: "Al igual que la Naturaleza, las auténticas ideas acaban por ser reconocidas y utilizadas".
Hemos hecho un largo recorrido, pero sabemos que no hay vuelta atrás, que las naciones europeas se han unido por vez primera en la Historia en pie de igualdad, voluntariamente, confiadamente y que han decidido trabajar juntas sobre

la única base posible: una idea auténtica, la del respeto a las personas, a su dignidad y a sus derechos inalienables.

En este gran proyecto, la acción del Consejo de Europa es de una gran importancia y su ingente labor en la promoción de la democracia, el estado de derecho, la defensa de los derechos humanos es capital.

El Consejo de Europa atraviesa en estos momentos una etapa crucial ante los desafíos planteados a las sociedades europeas y su acción es no sólo compatible sino esencialmente complementaria a la de la Unión Europea, que debe aprovechar el rico acervo del Consejo en lo que son sus áreas de excelencia.

Pero cuando se piensa en el Consejo de Europa, inmediatamente surge el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la institución más visible y accesible en la medida en que el Convenio Europeo de Derechos Humanos garantiza el derecho al recurso individual.

La supervivencia de nuestro sistema de protección de derechos humanos, la garantía de la eficacia del Alto Tribunal es una preocupación constante del Gobierno de España. El Protocolo 14 que acaba de firmar la pasada semana en Estrasburgo el Ministro de Justicia de España, contiene un buen número de medidas de agilización de los procedimientos que deben ser aprovechadas al máximo. No debemos olvidar que el Tribunal funcionará tanto mejor cuanto más correctamente actúen nuestros sistemas nacionales.

El balance de la experiencia española con el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional es altamente positivo.

En este ámbito de la protección de derechos humanos no quiero dejar de destacar la figura del Comisario Europeo de Derechos humanos.

Desde la creación de la Oficina hace casi seis años, y a pesar de las dificultades materiales y de la penuria en medios humanos, su primer titular, Álvaro Gil-Robles, ha logrado construir una institución independiente, eficaz y respetada por todos.
Creo que es importante seguir reforzando esta institución, a la que España
seguirá prestando todo su apoyo en el futuro.

Sr. Presidente

No hay duda de que una de nuestras prioridades comunes es la acción
internacional contra el terrorismo. Deseo agradecer muy sinceramente al Consejo de Europa y a su Asamblea Parlamentaria las muestras de apoyo y solidaridad mostradas con mi país a raíz del terrible atentado del 11 de marzo del 2004, así como al Secretario General, Sr. Davis, su participación en la Cumbre contra el Terrorismo que tuvo lugar en Madrid hace dos meses, justo un año después de la tragedia.

El Consejo de Europa ha contribuido a esta acción internacional, destacando las recientemente aprobadas Líneas Directrices sobre la Protección de las Víctimas del Terrorismo.

El Convenio para la Prevención del Terrorismo que hoy se abre a la firma y que me propongo firmar en nombre de España, es otro importante avance. Por vez primera en un convenio internacional se reconoce la obligación de los Estados de adoptar sistemas de protección de las víctimas del terrorismo, y se contempla la incriminación de tres nuevas conductas: la provocación pública a cometer actos de terrorismo, el reclutamiento y el entrenamiento de terroristas.

La cooperación del Consejo de Europa con el resto de las Organizaciones Internacionales, pero especialmente con las Naciones Unidas y la aSCE, ha de ser una prioridad. Por ello, quiero expresar mi satisfacción por los mecanismos de cooperación que se están estableciendo y por la Declaración Conjunta sobre la colaboración con ésta última, que vamos a adoptar en esta Cumbre.

Sr. Presidente

Quisiera referirme brevemente a algunas de las propuestas incluidas en el Plan de Acción y en la Declaración Política, que España ha impulsado activamente junto a otros países.

En primer lugar, el refuerzo de la democracia, las libertades políticas y la participación ciudadana a través de la creación de un Foro para el futuro de la Democracia, tal y como sugieren las conclusiones de la Conferencia de Barcelona de noviembre 2004, que c1ausuró el proyecto integrado homónimo. Este Foro deberá permitir el intercambio de ideas, información y buenas prácticas y trabajar en cooperación estrecha con los distintos órganos del Consejo de Europa

En segundo lugar, la promoción del diálogo intercultural e interreligioso. En este sentido, no puedo sino recordar que el Presidente del Gobierno español propuso formalmente en la última Asamblea General de Naciones Unidas la idea de una Alianza de Civilizaciones como elemento principal en la promoción de la estabilidad política y democrática en todo el mundo y muy especialmente en aquellas zonas fronterizas con Europa.

Esta propuesta ha sido recientemente presentada ante la Liga Árabe con una gran acogida. El Consejo de Europa ha de jugar un papel importante en este diálogo entre Europa y sus regiones vecinas, como la cuenca mediterránea, debiendo subrayar que el "Centro Norte-Sur" puede y debe ser un instrumento muy útil al respecto. España va a esforzarse para dotar a ese Centro del apoyo y los medios necesarios para esos fines.
En un mundo cada vez más interdependiente, el impulso del desarrollo sostenible es otra preocupación esencial de nuestro Gobierno. Es justo que, precisamente tras la Cumbre de Johannesburgo, el principio del desarrollo sostenible informe la labor del Consejo de Europa en cuestiones como la ordenación territorial y el medio ambiente. Por ello, junto a un grupo de países interesados, hemos procurado incluir esta importante cuestión en el Plan de Acción.

Señor Presidente,

Creo que recordaremos esta Cumbre como un importante paso adelante en la construcción europea. Los convenios que hoy se abren a la firma, la Declaración política y el Plan de Acción nos sitúan en un camino de fructífera cooperación en Europa.

El Gobierno de España tiene y ha tenido siempre un alto concepto del Consejo de Europa. 27 años después de nuestro ingreso, España es hoy un país que cumple plenamente, comparte y defiende todos sus valores.

La libertad, la democracia, el estado de derecho son los valores supremos que afortunadamente compartimos en una Europa ya sin divisiones. El Gobierno actual ha puesto especial énfasis en el reforzamiento de estos principios y ha introducido la legislación oportuna para hacer más eficaz la igualdad de todos los ciudadanos. Esta es una prueba más del compromiso permanente de España con el Consejo de Europa, con sus objetivos y su acción.

Muchas gracias.